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Traducción de 'Religion is no excuse for mutilating your baby's penis', escrito por Brian D. Earp y publicado en Practical Ethics el 28 de junio de 2012.

Circuncidar a menores por motivos religiosos equivale a graves daños corporales, de acuerdo con un fallo de la corte alemana publicado el martes. Según informa AFP:

El tribunal regional de Colonia, al oeste de Alemania, dictaminó que "el derecho fundamental del niño a la integridad física pesa más que los derechos fundamentales de los padres. La libertad religiosa de los padres y su derecho a educar a sus hijos no resultarán excesivamente comprometidos, si se vieran obligados a esperar hasta que el niño pueda decidir ser circuncidado".

Esto me parece bastante razonable. Sin embargo, ha habido un gran revuelo en la comunidad judía. De nuevo, según AFP:

El jefe del Comité Central de Judios, Dieter Graumann, dijo que el fallo era "una intromisión dramática y sin precedentes en el derecho de las comunidades religiosas a la libre determinación" y que la sentencia era un acto "indignante e insensible. La circuncisión de niños recién nacidos es una parte prefijada de la religión judía y se ha practicado durante siglos en todo el mundo."

Quiero agregar que el hecho de que una práctica se haya llevado a cabo desde hace mucho tiempo no es (obviamente) argumento a favor de su licitud moral, sobre todo cuando la discusión se refiere a someter a menores indefensos a cirugía genital irreversible. Podría citar algunos ejemplos de otras costumbres con una larga tradición histórica que, sin embargo, han sido consideradas como bárbaras por la sociedad moderna, pero me parece innecesario. En cualquier caso, hay comunidades enteras de judios progresistas que han llegado a la conclusión de que la extirpación de tejidos sexualmente sensibles sin el consentimiento de los niños no es parte de ningún plan amoroso de Dios. Esta es la página web de Judios contra de la circuncisión [enlace en inglés]. Lea cuidadosamente cuanto desee.

Sin embargo, estos librepensadores no han convencido a la mayoría de sus hermanos. En una entrada acerca del caso titulada "Tribunal alemán declara el judaísmo un crimen" [enlace en inglés], Walter Russell Mead denuncia en su blog el claro anti-semitismo:

Prohibir la circuncisión infantil es esencialmente convertir en ilegal la práctica del judaísmo en Alemania. Una vez más, es un crimen ser judio en el Reich. Tal vez a las personas declaradas culpables de practicar circuncisiones ilegales se les pueda exigir llevar una estrella amarilla.

¿Es eso realmente lo que está pasando aquí? ¿Fanatismo? ¿Nazismo, otra vez? Uno de los comentadores del blog, "James", da la réplica a Mead. Voy a transcribir sus pensamientos en detalle ya que dan en el blanco con precisión:

Esto es un titular barato para llamar la atención. En este caso, el tribunal se enfrentó a una serie de derechos en conflicto. Por un lado, los padres tienen el derecho a practicar su religión y criar a sus hijos como mejor les parezca. Por otro lado, el niño tiene derecho a la integridad física y el (futuro) derecho a su propia libertad religiosa.

Estos derechos se oponen necesariamente. Cuando ciertos derechos entran en conflicto, el tribunal debe tratar de conciliarlos. Si esto no fuera posible, el tribunal debe entonces sopesar su importancia y determinar cual debe tener prioridad. Las mentes razonables pueden equilibrar esos derechos de manera diferente. Tal vez [Mead] piensa que se debe conceder prioridad a los derechos de los padres. Muy bien. Aunque en conflicto por este caso, puedo estar de acuerdo. Sin embargo, desacreditar a la Corte como antisemita y declarar que el judaísmo es un "crimen" es demagogia pura y no está a la altura [del Sr. Mead].

En The Dish, Andrew Sullivan se suma con otra réplica [enlace en inglés] acertada:

El tribunal, en efecto, llega a un punto clave: ¿pueden los padres de forma permanente mutilar los genitales de un niño para perseguir sus metas religiosas? Tengo una visión bastante amplia de la libertad religiosa, por lo que me alinearía al lado de la permisividad aquí. Pero que esto es un asalto a un niño me parece evidente. Si no se hiciera por razones religiosas, estaría prohibido. Por tanto, no veo que ilegalizar esta mutilación sea  intolerante.

Y la libertad religiosa en cuestión es, obviamente, no la del niño. Si quiere, puede mutilar sus genitales más adelante como señal de su compromiso religioso, cuando tenga edad suficiente para ser capaz de hacer esa elección por su propia voluntad. En algún momento, uno sólo puede esperar que esta barbarie desaparezca. Y no tendrá nada que ver con el antisemitismo o la islamofobia, sino que será por la defensa de la libertad de los hombres judíos y musulmanes a elegir su religión, y no tenerla permanentemente marcada en forma de cicatriz en sus pollas. Será por el derecho a no ser asaltado físicamente de niño, para poder crecer con el cuerpo que has nacido. Y eso es un derecho humano fundamental, más fundamental, en mi opinión, que el derecho de los padres a expresar su propia fe mediante el cuerpo mutilado de otra persona sin su consentimiento.

Me viene a la memoria la advertencia de Richard Dawkins:

No existen los niños cristianos, sólo hay niños de padres cristianos. Siempre que usted oiga la frase niño cristiano o niño musulmán o niño protestante o niño católico, la frase debe rechinar como las uñas en una pizarra.

Dawkins, Sullivan y "James", de una u otra manera, sacan el tema de la libertad religiosa de los niños: la capacidad de una persona joven para determinar sus propias creencias religiosas a su tiempo. Vamos a explorar esta idea.

Un bebé recién nacido no tiene ninguna creencia. No se puede decir que un recién nacido crea en ningún dios, ni mucho menos el dios del judaísmo o del Islam o del cristianismo. A fortiori, los bebés no pueden avalar ninguna costumbre que se derive de la creencia en una determinada entidad sobrenatural, y ciertamente no una costumbre que exiga que el propio bebé, antes de hablar, sea atado a una tabla y se corten sus órganos sexuales apenas unos días después de nacer.

Algunos bebés, una vez crecidos, después de haber sido sometidos a este procedimiento, y ser criados en una comunidad cuyos fuerzas educativas obligan a sus miembros a creer que el creador del Universo demanda que sean circuncidados, pueden, en cierto modo, "con carácter retroactivo" dar el consentimiento a lo que se les hizo fuera de su control. "No me importa que mis padres ordenaran que mi prepucio fuera retirado cuando era un bebé", podrian decir estos adultos, "porque creo en el mismo dios que mis padres me enseñaron a creer, y creo que que estaban actuando bajo las órdenes de Dios. Cuando me enfrente a la misma elección con mis propios hijos, seguiré los mandamientos de mi dios y pediré que parte de los genitales de mi descendencia masculina sea cortada a los pocos días de vida."

Sin embargo, otros niños al crecer tal vez no sientan de esta manera. ¿Qué pasará con los niños judíos (o musulmanes) que rechacen la fe de sus padres, que no crean en Dios, o que crean en un dios más afectuoso, uno que nunca obligaría a la mutilación genital de los bebés? Esos bebés han tenido sus penes irreversiblemente marcados al servicio de unas creencias que no mantienen en la edad adulta. Por supuesto, hay espacio para que el sistema jurídico de una sociedad pluralista pueda determinar que estos bebés tienen derecho a la integridad física y tienen derecho a tomar decisiones sobre sus propios penes cuando sean mentalmente competentes para hacerlo.

Como hice en un mensaje anterior , voy a cerrar con las inolvidables palabras del antropólogo Donald Symons. Se refiere en este pasaje a la ablación femenina, pero el punto subyacente es igual para los hombres:

Si una sola persona en el mundo sujetara a una niña aterrorizada, luchando y gritando, le cortara los genitales con una cuchilla, y los cosiera, la única pregunta sería con qué gravedad debería ser castigada esa persona, y si la pena de muerte sería una sanción suficientemente severa. Sin embargo, cuando millones de personas hacen esto, en lugar de ser magnificado millones de veces, de repente se convierte en "cultura", y por lo tanto magicamente se convierte en menos, en lugar de más, horrible."

La "cultura" no puede justificar el corte genital no consensuado de los bebés. Tampoco puede la religión. Aunque yo creyera sinceramente que el creador del Universo me había ordenado eliminar tejido genital de mi hijo sin su permiso, tendría que declinar por razones éticas. "Dios me dijo que lo hiciera" ya no es un reemplazo aceptable para el razonamiento moral en la era moderna. El tribunal alemán dictaminó correctamente.





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