Escrito por Aníbal Malvar y publicado en su blog el 11 de agosto de 2012.

Sorprende sobremanera que los representantes de nuestra iglesia católica, la iglesia de los pobres, no se hayan echado aun a la calle en protesta por las políticas gubernamentales de supresión de ayudas a los pobres dependientes, de negación de la sanidad a los pobres sin papeles, o de eliminación de las limosnas a los pobres parados. Se conoce que les pilla en mala fecha.

De otra manera, no se explica que esta iglesia nuestra tan animosa a la hora de echarse a la calle, ya sea contra el aborto, en loor de las interpretaciones históricas de Pío Moa, o en celebración de los casorios de las hijas de José María Aznar, permanezca ahora en los templos sin decir esta hostia es mía. Y sin darle tal hostia, por ejemplo, a Montoro.

Es cierto que Jesucristo se ponía un poco plasta con tanta vindicación del pobre, del pescador y de la puta Magdalena (no confundir con la de Proust, aunque también se come), pero este silencio eclesial con los pobres modernos a mí me está haciendo perder hasta la fe en la Fe. Así que si mi jefe me echa del periódico por centrista, mis novias me abandonan por gorrón y Bankia me desahucia por chorizo, me voy a quedar sin nada. Sin siquiera Fe.

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