Escrito por Pablo Ordaz y publicado en El País el 9 de junio de 2012.

Durante los últimos meses al frente del banco del Vaticano, el economista Ettore Gotti Tedeschi, de 67 años, vivió temiendo que alguno de los hombres fuertes de la Iglesia, con birrete o sin él, diese la orden de matarlo. Por si eso llegaba a suceder, construyó con paciencia de filatélico un voluminoso informe que su secretaria tendría que entregar tras su muerte a dos amigos suyos, un abogado y un periodista, para que ellos a su vez lo hicieran llegar a un tercer amigo: el Papa. Contenía el informe multitud de documentos -correos electrónicos, fotocopias de su agenda, apuntes a mano- que servirían para entender por qué Gotti Tedeschi fracasó en su misión de adecentar el Instituto para las Obras de Religión (IOR). El economista sospechaba que detrás de algunas de las cuentas cifradas del banco se ocultaba el dinero sucio de empresarios, políticos y hasta de jefes de la Mafia. Como sucede a veces en las películas, antes del asesino llegó la policía y se incautó del informe. Ahora es el Vaticano el que tiene miedo.

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